Puentes Romanos

Ubicado sobre la Rivera de Belén dentro del casco urbano, es el mayor del pueblo. Su estructura mantiene impecables sus cuatro tajamares aguas arriba, así como tres de sus arcos de medio punto.

El 11 de abril de 1877, según consta en acta municipal y cuyo contenido se repite al tratar de la construcción de la carretera a Zamora, la corporación toma el siguiente acuerdo: “Las avenidas han destruido el puente del arroyo para el paso a la ciudad de Zamora, y dada la absoluta necesidad se propuso la construcción de otro puente a prestación personal, para lo que se solicitará de la Diputación una subvención del 50%”.

En noviembre de aquel año, correspondiente al reinado de Isabel II y época de Sagasta, se llevaron a cabo las obras del Puente Nuevo en la Rivera de la Hojita, en el vado por el que pasaba la antigua calzada romana, conocida con anterioridad como el Camino Zamora.

Es un magnífico puente que se corresponde con el esquema racionalista del siglo XVIII de indudable influencia francesa aunque de un siglo posterior. Es una obra de arte en granito muy duro por cuanto contiene mucha migra negra, rica en hierro, pero de excelente calidad. Los vecinos de entonces, a prestación personal, arrastraron la piedra desde la cantera de Los Cuadrazales. Los gastos de proyecto, labrado de la piedra y colocación corrieron por cuenta de la Diputación.

Consta de tres ojos de arcos rebajados de medio punto y de dos alcantarillas a cada lado que le sirven de aliviaderos en momentos de crecidas. Los pilares son semicirculares tanto a la entrada como a la salida de las aguas. Arriba acaban con una imposta sobre la que asientan los arcos. Abajo, otra imposta corrida orla las bases. Cada pilar se remata con copulillos a modo de casquetes esféricos que contribuyen a una mayor belleza y ornamentación. Una última imposta cubre los arcos y sirve de asiento a los pretiles del puente.

Ha sido restaurado recientemente.